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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Banca de desarrollo e industrialización: Cinco experiencias en América Latina


(Publicado originalmente en Microdinero.com) La publicación de La banca de desarrollo en América Latina. Luces y sombras en la industrialización de la región, por parte del Fondo de Cultura Económica (FCE), es valiosa por una doble razón: no sólo nutre la bibliografía sobre un proceso clave para la historia del desarrollo latinoamericano, sino que además lo hace con un saludable criterio contrastivo, exponiendo resultados y experiencias en distintos países, siempre tomando como eje el rol de cada uno de los bancos como factor de impulso a la industrialización.

Compilados por el historiador económico argentino Marcelo Rougier, el libro consta de cinco artículos que ponen bajo foco el derrotero de cinco bancos de desarrollo en Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia, en particular tomando como período grueso de análisis el que va de los años ’30, década en la que comienzan a implementarse las primeras políticas de sustitución de importaciones alentadas por el crack financiero mundial, y la denominada “crisis de la deuda externa” a comienzos de los ’80.

A lo largo de casi medio siglo, América Latina conoció el surgimiento, auge y declinación de los bancos de desarrollo como arietes estratégicos en los proyectos desarrollistas de la región, actuando más allá de su condición de fuente de financiamiento en inversiones de infraestructura y promoción industrial, y llegando a conformar y dinamizar un entorno empresarial que marcó una época para la economía de estos cinco países.

Con prólogo de Carlos Marichal, y una útil introducción de Pablo López y Marcelo Rougier, la publicación del FCE contiene los siguientes artículos: “La banca de desarrollo como palanca del crecimiento económico. Los problemas de la experiencia argentina”, por Marcelo Rougier; “La experiencia brasileña con bancos de desarrollo: el caso del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil”, por Victor Leonardo de Araujo, Ana Cláudia Caputo, Gloria Maria Moraes da Costa e Hildete Pereira de Melo; “La Corporación de Fomento y Reconstrucción en Chile como el espíritu de la economía política de una época, 1939-1970”, por Sergio Durán y Joaquín Fermandois; “Economía política de la promoción industrial en Colombia: el Instituto de Fomento Industrial, 1940-1964”, por Carlos Brando; y “La experiencia mexicana con Banca de Fomento: Nacional Financiera entre 1940 y 1982”, por Pablo López.

La introducción de López-Rougier sitúa en contexto el lugar de los bancos de desarrollo en el debate actual sobre el desarrollo económico en la región, tras una década como la del ’90 en la que prevaleció la idea de liquidar, o al menos menguar, la función de este tipo de entidades financieras. La sección ofrece una diferenciación con instituciones emparentadas (como la banca de inversión y los mercados accionarios) y una tentativa por definir “banca de desarrollo”, tal como comenzó a entenderse en la década del ’30, como aquellos bancos llamados a cubrir el vacío dejado por la operatoria de la banca convencional y los mercados de capitales. Para los países atrasados, sobrevivientes en un mundo quebrado y cerrado al intercambio comercial, ese vacío lo constituía el financiamiento al desarrollo o, estrechamente ligado a esto, el financiamiento de la industria.

La experiencia argentina, marcada por la inestabilidad institucional y su dependencia de los poderes políticos, se ilustra con los sucesivos nombres de su banco de desarrollo: Banco de Crédito Industrial Argentino (BCIA, creado en 1944), luego Banco Industrial de la República (BIRA, en 1952) y Banco Nacional de Desarrollo (Banade, creado en 1970 y liquidado en los ’90; su continuación histórica es el actual Banco de Inversión y Comercio Exterior, BICE). Desde una perspectiva weberiana, Rougier subraya el debilitamiento de una “racionalidad” institucional, expuesta a la persistente alteración de la política del banco, como consecuencia de la incertidumbre política y la mutabilidad de las políticas económicas del país.

El caso del caso del BNDE brasileño (la “S” del acrónimo, por “Social”, se agrega recién en los años ’80) permite ver la experiencia de lo que se considera la aplicación más exitosa de las tesis cepalinas de comienzos de los años ’50. Con fuerte compromiso de fondos norteamericanos desembolsados tras la Segunda Guerra Mundial, el banco se crea y se motoriza durante el último gobierno de Getúlio Vargas y el de su sucesor, Juscelino Kubitschek (propulsor también, en 1958, del Banco Interamericano de Desarrollo, BID), que hicieron del BNDE “el locus privilegiado de las acciones desarrollistas”, de acuerdo con el artículo de los economistas de Araujo, Caputo, Moraes da Costa y Pereira de Melo.

Por su parte, el análisis del caso chileno separa por un lado lo que es Corfo como institución reconocida aún hoy por su rol en el fomento industrial del país y en la reconstrucción luego del terrible terremoto de 1939, de lo que los autores Durán y Fernandois llaman el “sistema Corfo”, un modelo de economía política que marcó la impronta de la entidad desde su nacimiento en la década del ’30, con un sesgo fuertemente planificador y de tintes cientificistas, y que concitó apoyos y detractores tanto a la izquierda como a la derecha del arco político chileno.

En lo que respecta al IFI colombiano (liquidado en 2006), el analista propone una relectura de lo que fue el papel cumplido por esta agencia en el proceso industrializador del país, en particular durante el período 1940-1964. Ofreciendo información de actas, balances e informes internos, Brando se basa en estas fuentes “desde dentro” de la institución para contradecir interpretaciones (se entiende, “desde fuera”) que habrían sobrevalorado la magnitud del aporte del Instituto. El texto se propone, así, como un punzante vehículo de confrontación historiográfica.

Finalmente, la experiencia de Nacional Financiera hunde su raíz en el singular escenario histórico de Gran Depresión y revolución mexicana, que llevó al gobierno de Lázaro Cárdenas a la construcción de un sistema financiero superador de las viejas estructuras heredadas del Porfiriato. El trabajo de López analiza la actuación de la entidad como emprendedora de proyectos industriales, su contribución durante el período abierto a mediados de la década del ’50 conocido como de “desarrollo estabilizador” y su relación con el capital extranjero, hasta la crisis del endeudamiento que puso fin al ciclo desarrollista.

Si bien los trabajos no fueron realizados con una intención deliberadamente comparativa, su compilación en este volumen facilita al lector un punto de contraste de experiencias en los procesos de banca de desarrollo e industrialización en América Latina. Desde las fuentes de capitalización utilizadas, los sectores de la economía y tipos de industria que favorecieron, sus diferentes grados de autonomía respecto al poder político y del capital extranjero, la formación de un staff técnico y su mayor o menor integración con el tejido empresarial, son algunos de los ejes que permiten una enriquecedora mirada regional sobre una cuestión sensible para la economía latinoamericana de hoy.

Referencia

La banca de desarrollo en América Latina. Luces y sombras en la industrialización de la región (por Marcelo Rougier, compilador,  Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2011).