Carlos Alberto Viteri, gerente general del Banco D-MIRO de Ecuador (fotos: Mundo Microfinanzas) |
(Mundo
Microfinanzas) Carlos Alberto Viteri, gerente general del banco ecuatoriano D-MIRO,
trabajó durante once años en la banca tradicional, corporativa, hasta pasar al
sector microfinanciero con ánimo de hacer algo diferente. Primero en Ecuador,
luego en el extranjero. No tardó en desilusionarse.
“Me daba cuenta que lo
único que importaba a los accionistas, incluso a muchos fondeadores, era la
rentabilidad. Y bueno, ¿dónde están las métricas sociales?; ¿realmente estamos
ayudando a la gente?; ¿o somos un banco que atiende a otro segmento de mercado,
con la lógica del capitalismo de sacar rentabilidad, rentabilidad, rentabilidad?”.
Y se
volvió a Ecuador. Totalmente desvinculado de las microfinanzas, y haciendo
algunos trabajos propios de consultoría, accedió a conversar con la
organización misionera noruega Mission Alliance. Al principio, todavía
escéptico, las conversaciones eran por skype. Ellos le propusieron asumir la
gerencia general de D-MIRO, una institución que desde hace tres años pasó de
fundación a banco. Y hoy es una IMF supervisada, que tiene que cumplir con
todas las normativas aplicables a cualquier banco.
“Conversé y conversé con
ellos y realmente pude sentir que era el banco ético que yo siempre estuve
queriendo trabajar y, por fin, ahora se daba. Conversé con Andreas Andersen,
Roy Merslan, Hugh Sinclair, y me di cuenta que nuestro objetivo es realmente
mejorar las condiciones de vida de la gente, en base a valores cristianos. Lo
que no quiere decir que sea un banco religioso, sino un banco que comparta
valores cristianos… esto quiere decir que tú puedes ser evangélico, testigo de
Jehová, judío, católico o ateo, pero si tienes valores cristianos -o diaconales,
como decimos, de orientación de servicio al prójimo, al más necesitado, como es
el ejemplo de Jesús-, si tienes eso, perfecto, estamos en lo mismo”.
El
último Foromic en Guayaquil, el mes pasado, nos brindó la ocasión de conversar
con Viteri. El foro, organizado por el Fondo Multilateral de Inversiones
(Fomin), había sido especial para el Banco D-MIRO. No sólo por el hecho de
realizarse en la ciudad donde la entidad tiene su sede. También por la posibilidad de
disponer un stand propio, el reconocimiento del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) a una de sus microempresarias en la apertura del evento y el
honor de ser la mejor IMF del Ecuador -octava en la clasificación general- en el ranking anual compuesto
Microfinanzas Américas. Las 100 Mejores 2014, del Fomin-MIX.
Hoy, a más
de un año de aceptar el desafío de D-MIRO y reconciliarse con las microfinanzas,
Carlos no se arrepiente por la decisión tomada: “Siento que son coherentes con lo que decían,
coherentes con lo que hacen y eso me llena de satisfacción. Nosotros -la
matriz- estamos en una zona marginal de Guayaquil y eso es buenísimo porque no
nos olvidamos de nuestro segmento, siempre estamos viéndolo. Y nos impulsa
siempre a seguir apoyándolo”.
Microfinanzas,
regulación y banca pública
“Lamentablemente
las microfinanzas se convirtieron en una industria más para empresas
comerciales y sectores ávidos de tener rentabilidad. Las microfinanzas se
pusieron de moda, podríamos decir. Hay mucha gente y muchos inversionistas que
invirtieron en este nuevo negocio: las consecuencias están ahí, lamentablemente,
comercializaron las microfinanzas. Hacer dinero a costa de los pobres me parece
algo nada ético. Terrible. Y ahí tienes las consecuencias: altísimas tasas de
interés en muchos países, sin ningún tipo de control, explotando a la gente que
no tiene otra opción”, dispara.
“Por
otro lado no ha habido una evidencia clara del mejoramiento en las condiciones
de vida de la gente… A la gente se la ha mantenido pobre durante muchísimos
años. Lo que te hace pensar es: esos préstamos chiquitos, ¿para qué los están
ayudando?, ¿para salir del paso de ciertos temas? Además está la cuestión ética
de sobreendeudar a la gente. Es mucho peor tener dinero y no saber qué hace con
él… luego te lo gastas en otra cosa pues no tienes educación. Es terrible. Esto
ha pasado en América Latina, en otros contextos también. En Ecuador también ha
pasado”.
Al
referirse a la experiencia ecuatoriana, Viteri subraya que la intervención del
gobierno, si bien con buena intencionalidad, lejos de ayudar a disuadir estos
comportamientos, los profundizaron.
“La
reacción gubernamental tampoco fue la más apropiada, porque quiso hacerlo
directamente a través del Banco Nacional de Fomento, e inyectó cualquier
cantidad de recursos en el mercado, con tasas y plazos preferenciales. Pero el
resultado es que si no lo haces con la metodología y tecnología apropiadas, lo
que logras es sobreendeudar. Ahí tienes los altos índices de morosidad de la
banca pública acá. Y no sólo la banca pública, porque también ha contaminado a
otro tipo de instituciones, donde sus clientes también se vieron
sobreendeudados. Ningún extremo es bueno”.
De
todos modos cree que la fijación de topes a las tasas de interés, al fin y al
cabo, tiene su costado positivo.
“El
control de tasas… uno puede decir que distorsiona el mercado… (pero) hasta
cierto punto es bueno que, aparte de evitar que haya gente que se aproveche de
los pobres, por otro lado te obligue a ser más eficiente. Y es bueno ser
eficiente. Nosotros tratamos de ver las cosas positivas de todo. Te obliga a
ser eficiente, reducir tus costos para no trasladar tus ineficiencias a los
clientes”.
La
tasa para el sector en Ecuador actualmente está controlada de acuerdo a tres
segmentos: microempresa que antes se llamaba de subsistencia y ahora se llama ‘minorista’,
la tasa más alta, efectiva, del orden del 30% anual; la tasa para microempresa
de ‘acumulación simple’, del orden del 26%; y la tasa máxima para microempresa
de ‘acumulación ampliada’, hasta 23%.
“Uno
puede decir, ¿por qué cobras más al que tiene menos? Yo también me lo
cuestionaba, me parecía absurdo, debería ser al revés”, señala el economista. “Pero,
bueno, la única forma de dar crédito al microempresario es visitándolo. Y
muchas veces para los segmentos pequeñitos tienes que hacer un seguimiento,
entonces es costoso, tienes costos operativos altos. Tenemos que seguir
trabajando… No queremos ser un banco normal que emplea una metodología masiva,
como lo hacen las tarjetas de crédito, los créditos para el consumo”.
¿Por
qué no la masividad?, le preguntamos.
“Porque
las microfinanzas es un tema relacional, no transaccional. Se trata de ver a
los ojos a tu cliente. Tú puedes hacer algo masivo con asalariados… (Pero en
microfinanzas) tienes que tener una tecnología crediticia, una metodología
crediticia. El oficial de crédito tiene que ir a la microempresa, hacer una
serie de preguntas, tiene que ver cómo está, cómo marcha el negocio, qué flujo
de clientes tiene, contrastar cierta información del inventario con lo que le
va diciendo el cliente, porque muchas veces el cliente no es que te mienta,
sino que no sabe bien. Ven dinerito ahí y creen que está bien. Pero muchas
veces se hace un corte, y tienen más deudas que otra cosa”.
Emprendedores
a la fuerza
“El
microempresario tiene que saber que le estás dando una oportunidad, no caridad.
Lo peor puede ser la caridad. Que tú le des dinero a alguien, y que lo vea como
fácil, le puedes estar haciendo un daño. Nosotros damos oportunidades a gente
trabajadora, que no ha tenido oportunidades en la vida por varios factores. No
es que en nuestros países somos emprendedores… somos emprendedores porque mucha
gente no puede conseguir trabajo, esa es la verdad. Entonces les damos
oportunidades a ellos para que, con su trabajo, salgan adelante”.
El
desafío: fortalecimiento institucional
“Tenemos
el desafío de fortalecernos institucionalmente en las áreas de control, riesgo,
auditoría, cumplimiento, tecnología, procesos automatizados, capacitación,
capacitación y capacitación. Y además de todo eso, son fundamentales los
programas de educación financiera a los clientes. Nosotros tenemos un programa
que no consiste sólo en charlas, sino que nuestros asesores hacen visitas
constantes a los clientes para ver cómo les va con la inversión que hicieron y
cómo están aplicando los conocimientos que se les dio en su momento. Para eso
nuestros asesores son capacitados en Formación de formadores, para que no sólo
puedan tener conocimientos técnicos sino saber cómo transmitirlos a gente
adulta”.
Enumera:
“Presupuesto familiar, gestión del crédito, cómo evitar sobreendeudamiento,
buena cultura de ahorro y microseguro, etcétera. La institución puede estar muy
capacitada, los asesores muy capacitados. Pero si los clientes no tienen ese
acceso a educación financiera mínima, van a ser fácilmente víctimas de
sobreendeudamiento”.
Ética
y rentabilidad
“Si no
tienes esa convicción que lo que estás haciendo tiene sentido en tu vida,
ayudando a otros, tocando la vida de otra persona, yo no me siento feliz. Es
cierto: somos un banco rentable, sólido, eficiente. Pero ese no es nuestro
objetivo. Hay clientes que nos dicen: gracias D-MIRO, antes era vendedor
ambulante, ahora tengo este local. Gracias D-MIRO, nuestros hijos trabajan. Y
hasta gracias D-MIRO porque construí mi casa. Entonces…” (completa el sentido
de la frase con un gesto pleno de satisfacción).
Junto
al fortalecimiento institucional, el banco tiene también como objetivo próximo
avanzar en métricas sociales. Inicialmente comenzaron a trabajar con la
tecnología PPI. Y proyectan sumar sus propios indicadores, con la idea de
demostrar el mejoramiento en las condiciones de vida de sus clientes. Claro que
la rentabilidad -actualmente en una tasa del 13%- es algo fundamental para la
viabilidad a largo plazo.
“Si no
eres rentable, si no eres sólido, si no eres eficiente… esto se acaba. Entonces
tienes que ser rentable, aunque eso no tiene que ser tu objetivo. Debe ser tu
medio para cumplir el objetivo que realmente quieres”.
“El
volumen es importante, porque el volumen te da la masa crítica que necesitas
para cumplir todo lo demás. En los próximos años vamos a dedicarle mucho tiempo
al fortalecimiento institucional del banco, también dedicaremos al marketing
porque es importante comenzar a captar otros segmentos… Segmentos que les
interese invertir en un banco ético que al menos hace con ese dinero un apoyo a
oportunidades para personas que lo necesitan. Entonces eso nos dará otra
presión y nuestra rentabilidad va a bajar. Pero no hay problemas. Obviamente
tampoco podemos tener pérdidas, pero hay muchos desafíos por lograr”.
Viteri junto a parte del staff del banco en el Foromic 2014, en Guayaquil. La entidad fue la mejor IMF ecuatoriana en el último ranking Microfinanzas Américas. |
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