(Mundo Microfinanzas) El proceso de deshabitar esta casa, que ha sido mi
blog Mundo Microfinanzas, fue más largo y laborioso de lo esperado.
Tal como lo comuniqué oportunamente, este blog se cerró a nuevas publicaciones el 31 de
diciembre de 2014, entrando en fase de reorganización del
material publicado al cabo de siete años, así como de rescate de material no
publicado.
En la última entrada, fechada el 18 de mayo de 2015, comenté el trabajo
de republicación de viejos contenidos, correspondientes a los años 2010 y 2011,
que no habían visto la luz en este blog sino en el diario digital MicroDinero, offline desde hace más de un año. La
recuperación de ese material me permite ofrecer, desde este blog, una versión
más compacta y fidedigna del acontecer de las microfinanzas de los últimos
años.
Ahora bien, recobrado ese material perdido, consideré necesario hacer un
trabajo de posedición de todo el material publicado en este blog, particularmente desde su
creación, el 1º de febrero de 2008, hasta más o menos las últimas entradas de
2010.
La razón de haberme enfocado específicamente en ese período se explica
por el hecho de que este blog comenzó teniendo un objetivo subsidiario durante
los años de construcción de MicroDinero. A partir de mi desvinculación de
MicroDinero, en diciembre de 2011, retomé la actualización de Mundo
Microfinanzas de un modo metódico, dándole una concepción y una dedicación acordes
a un espacio de comunicación autónomo. (En los próximos días publicaré la
última entrada, que será un cierre formal a este espacio, donde además de
ofrecer un balance que pueda ser de alguna utilidad para aquellos interesados
en las microfinanzas y el desarrollo, me referiré más detalladamente sobre la
génesis, motivación y despliegue de este blog, así como su relación con el
frustrado proyecto de MicroDinero).
Así que mis últimos tres meses y algo más han estado dedicados a la
trabajosa, reconfortante, reveladora y por momentos neurotizante tarea de
regresar a textos pretéritos, casi podría decir a mi prehistoria como
periodista no solo ignorante del asunto que me convocaba (las microfinanzas),
sino apenas familiarizado con los formatos y el lenguaje de los medios
digitales.
Afortunadamente, creo que el tiempo no ha pasado en vano. Releídos hoy,
aquellos primeros textos mantienen cierta frescura y cierto sentido. Por
momentos revela el candor del principiante, obligándome a ser autoindulgente y
a la petición de benevolencia del lector. Pero creo que se pueden ver los
frutos de un trabajo razonablemente sistemático, persistente y respetuoso, que
con el correr de los años se fue refinando y perfeccionando hasta donde los
límites (de todo tipo) lo permitieron.
Debo explicar en qué consistió puntualmente este trabajo de posedición.
En primer lugar, trabajé sobre la faz estética del blog, alineando
pautas vinculadas a tipografía, paratextos (títulos, epígrafes, subtítulos,
encabezamientos), inserción de links, espacios en blanco, criterios de selección
y aplicación de fotos, entre otros detalles de edición que, de no haber sido
subsanados, habrían producido cierta nostalgia de uniformidad y coherencia en
quienes puedan interesarse globalmente por estos contenidos, como bloque.
En segundo lugar, corregí errores de ortografía y tipeado, sintaxis, nombres
propios, topónimos, léxico técnico, deslices de traducción (empezando por lo
básico, la vacilación en el uso indistinto de microfinanzas/microfinanza, inducida
por la lectura de textos-fuente en inglés o francés que emplean invariablemente
microfinance: en este caso puntual decidí unificar con su variante morfológica
en plural, microfinanzas, más natural para el hablante del español). Retoqué
algunos títulos demasiado descriptivos, prefiriendo en general la concisión y
cierta condensación semántica. Españolicé algunas palabras o fragmentos que,
por distintas razones (no pocas veces por ignorancia), las había mantenido en
la lengua original de su fuente. Mejoré o estilicé expresiones algo
desafortunadas en su enunciación. Suprimí -muy poco- algún que otro párrafo que
juzgué o irrelevante, o confuso o directamente erróneo. En general puedo decir
que mantuve en un 95 por ciento la integridad de los textos tal como estaban,
guardándome de no interferirlos con valoraciones ex post. En muy pocos casos
añadí notas de posedición, para aportar algún dato muy puntual que el texto
dejaba explícitamente incógnito.
Y en tercer lugar, desdoblé algunas entradas -típicamente agendas- que
por su enorme extensión no permitían un etiquetado representativo. Las
etiquetas son un recurso de gran valor, que ayudan a orientar la búsqueda de un
contenido digital y hacer inteligible su organización.
Empiezo a ensayar el adiós.
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